EL 31 de octubre, se celebra el
encuentro con los muertos, la noche de las brujas para unos, todos santos para
otros, el día de los muertos o como se llame, el culto a la muerte suele ser
macabro para unos, entre las muchas historias, les traemos hoy una del vaticano
Historias de terror del vaticano
El “Concilio cadavérico” o “Sínodo del terror
Por Julio Prado
En el año 891, la silla de la
Santa Sede estaba vacante tras la muerte de Esteban V, el cónclave
eligió como sucesor al anciano obispo Formoso, quien había tenido un
complicado obispado en Porto (un antiguo puerto de Lazio), su designación
coincidió con un período en el que Roma, como prácticamente toda Europa, estaba
dividida en facciones en permanente conflicto durante los cinco años de su
papado, tuvo que enfrentar varias crisis y complicados acuerdos, en muchos
casos pocos santos. El 4 de abril de 896¸ cayó gravemente enfermo y aunque no
se conocen detalles de la muerte del Papa, las crónicas de la época señalan que
Formoso “moría de muerte violenta”. Sus restos fueron enterrados junto con los
de sus predecesores en el atrio de San Pedro.
Tras el brevísimo papado de
Bonifacio se impuso el Papa Esteban VI Nació en Roma,
era hijo de un sacerdote de nombre Juan, pero se desconoce su nombre verdadero
y la fecha del nacimiento. Fue nombrado Obispo de Anagni por el Papa Formoso, y
posteriormente elegido Sumo Pontífice el 22 de mayo de 896, como sucesor de
Bonifacio VI
Esteban VI quien tenía oscuras
relaciones con algunas familias reales que fueron supuestamente afectadas por
Formoso. Desde su posesión, su primera misión era clara: procesar al Papa
Formoso, aunque ya hubiese muerto.
Propiciando
uno de los más morbidos actos papales, hizo desenterrar el cadáver de Formoso y
convoca a concilio para entablar un proceso post-mortem contra el
Papa, este hecho es
conocido en la historia como el “Concilio cadavérico” o “Sínodo del terror”.
Formoso tenía casi un año de haber muerto y su cadáver en
avanzado estado de descomposición fue desenterrado y se procedió a revestir el cadáver de Formoso de los vestidos y
ornamentos papales y sagrados. Vesido y adornado el cadaver fue llevado ante el tribunal
En dicho concilio, celebrado en febrero o marzo de 897
bajo la presidencia del papa Esteban VI, en la Basílica Constantiniana, se le sentó en un trono para que
escuchara las acusaciones.
Cuenta un historiador de la época que Esteban VI tuvo
la “deferencia” de ponerle un diácono como “abogado de oficio”, pero que el
hombre no pudo aguantar la fetidez del cuerpo descompuesto y tuvo que abandonar
el juicio vomitando sin parar.
Son muy pocas las fuentes que describen lo que ocurrió en el
denominado “Concilio cadavérico”, pero no cuesta imaginar la patética y morbosa
imagen del cadáver del Papa amarrado sobre un sillón siendo enjuiciado en la
iglesia de San Juan de Letrán el invierno del año 897.
Esteban le interrogó diciendo:
“Porque siendo Obispo de Porto
abandonaste aquella diócesis y usurpaste la de Roma, guiado solo por tu
ambición
Repitió hasta 3 veces la pregunta, y no respondiendo el cadáver, como
puede suponerse, este fue condenado culpable
“Se
considera y proclama que el acusado ha sido indigno servidor de la Iglesia, que
llegó a la silla papal en forma irregular y que, por tanto… fue un Papa
ilegítimo y que… todo cuanto había hecho, decretado y ordenado durante su
papado era nulo de toda nulidad, incluídas las ordenaciones que llevó a cabo”, más o
menos, en esos términos fue dictada la sentencia condenatoria.
Había que destruir todo lo escrito y dictado por él, revocar sus
decretos (todos los nombramientos y ordenaciones que había conferido quedaban
sin efectos), y borrarle de la historia como si no hubiese existido.
Decidieron Primero ajustar cuentas con lo que quedaba del
cuerpo. Lo despojaron de todos sus adornos y vestiduras, salvo el cilicio (una
camisa singularmente incómoda que Formoso había decidido portar en vida, como
penitencia).
se le arrancaron de la mano los tres dedos con la que los latinos
acostumbran a bendecir y fueron incinerados, luego, el resto del cuerpo, entre
los aullidos del populacho, fue arrastrado por las calles de Roma y arrojado al río Tíber.
Tan sólo seis meses después del Concilio
cadavérico, una turba de encolerizados seguidores de Formoso sacaron
al Papa Esteban VI del Palacio Laterano y lo estrangularon.
Fue sucedido por Romano, quien fue envenenado y luego por
Teodoro II, que también fue envenenado con menos de un mes en el cargo.
Tres Papas fueron asesinados en los últimos meses de 897.